Apuntes para el debate – 1
Como disparadores del debate en el Encuentro de septiembre en ATE, elegimos debatir nuestras prácticas conjugándolas con los aportes de textos de dos autores, Rita Segato y Antonio Carlos Gomes Da Costa, y su mirada sobre la pedagogía de la crueldad y la pedagogía de la presencia.
Un borrador, una lluvia de ideas sobre debates que venimos dando, un subrayado de textos que nos ayuden a pensar y debatir sobre el sentido de nuestras prácticas.
Establecimos 3 puntos de partida para el trabajo en comisiones.
- Acordamos en llamar PEDAGOGÍA POPULAR a nuestras prácticas cotidianas en los territorios en los que construimos experiencias de niñez y desde esa experiencia queremos reflexionar sobre las pedagogías, en plural. Pedagogías en tanto quehacer que enseña y que construye formas de ser, sentir, entender, conocer, hacer y relacionarnos.
- Nos propusimos enumerar las pedagogías que conocemos, padecemos, practicamos… cada una con una intencionalidad diferente y surgió esta lista que no es definitiva porque seguramente se enriquecerá en el debate: Pedagogía de la esperanza, pedagogía de la crueldad, pedagogía de la desesperanza, pedagogía del abrazo, pedagogía del aniquilamiento, pedagogía del oprimido, pedagogía del abrazo, pedagogía de la presencia, pedagogía del desamparo, pedagogía libertaria, pedagogía de la alegría, pedagogía de la ternura, pedagogía de la escucha, pedagogía de la autonomía, pedagogía de la emancipación…
- Y elegimos dos autores que nos ayuden a repensar nuestras prácticas, los sentidos y sus perspectivas.
– Rita Segato que a partir del concepto de “pedagogía de la crueldad” caracteriza la etapa desentrañando algunos procesos socioeconómicos que se vienen desarrollando y que impactan directamente en la producción de subjetividad y las relaciones cotidianas que establecemos.
– Y el pedagogo brasilero Gomes Da Costa que propone una práctica concreta a partir del concepto de pedagogía de la presencia.
Pedagogía de la crueldad: [1]
La antropóloga feminista Rita Segato, analizando los femicidios, aporta el concepto de pedagogía de la crueldad con el que podemos pensar lo que ocurre con nuestros niños/as y jóvenes que, como las mujeres, también portan en sus cuerpos las marcas que produce la estrategia de la crueldad.
Para Segato, “no se puede pensar esta violencia por fuera de las estructuras económicas capitalistas “de rapiña”, que necesitan de la falta de empatía entre las personas –de una pedagogía de la crueldad– para sostener su poder. El cuerpo de las mujeres es el soporte privilegiado para escribir y emitir este mensaje violento y aleccionador que cuenta con la intensificación de la violencia mediática contra ellas como “brazo ideológico de la estrategia de la crueldad”.
“El paradigma de explotación actual supone una variedad enorme de formas de desprotección de la vida humana, y esta modalidad de explotación depende de la disminución de la empatía entre personas que es el principio de la crueldad. De ahí hay sólo un paso a decir que el capital hoy depende de una pedagogía de la crueldad, de acostumbrarnos al espectáculo de la crueldad.”
Condiciones que posibilitan que se instale la pedagogía de la crueldad. La autora plantea volver a la idea de conquista para explicar la lógica de funcionamiento del capitalismo actual.
“Creo que un primer telón de fondo que hay que aclarar es la fase actual de la explotación, que involucra un tipo de retorno al trabajo servil, semiesclavo e incluso esclavo, producido por la caída de la centralidad del salario. Esta modalidad de sujeción de personas como mercancía demanda una insensibilidad particular (…) estaríamos hoy en tiempos de conquistualidad (conquista) del poder, más que de colonialidad del poder, como propuso Aníbal Quijano en su célebre formulación. Me refiero a una nueva fase de conquista de los territorios, de rapiña de todo, sin límites legales. Una característica esencial de la conquista fue la suspensión del derecho, de los códigos de justicia de la época, por la cual la corona pasó a tener una existencia en gran medida ficcional como poder central. Hoy estamos en un momento semejante debido a la ferocidad de las apropiaciones territoriales, al desalojo de los pueblos de sus espacios de vida, realizados con una truculencia extrema. Muchas veces esa crueldad se exhibe aún más en el cuerpo de las mujeres.
Presiones y niveles de anomia característicos de los cambios de época, pues de hecho estamos asistiendo a un tránsito entre épocas que hace que el momento actual presente características de suspensión de las normativas que dan previsibilidad y amparo a las gentes, dentro de una gramática compartida. Es probable que los tiempos de la conquista, como dije anteriormente, por la suspensión de prácticamente toda norma excepto la del saqueo, y la revolución industrial, por la novedad que impuso a las relaciones de trabajo, hayan expuesto a los pueblos a circunstancias semejantes.
Si a esto le sumamos el tema de la mirada rapiñadora sobre el planeta y sus criaturas (y no olvidemos la raíz común de las palabras rapiña y rape, violación en inglés), tendremos el cuadro completo de la transformación de la vida en cosa, la transformación de las personas en mercancía.
Que efectos producen las desprotecciones de la vida a las que estamos expuestos hoy. Las presiones que se originan en el espacio público se traducen en violencia en nuestros territorios e impregna también el espacio de la intimidad y de los sentimientos.
“Efectivamente, tengo la propuesta de entender siempre la violencia como expresiva. En este caso, la violencia nos está hablando de presiones que se originan en el espacio público, en el mundo del trabajo, en la presión productivista, en la exigencia competitiva, en esa intemperie y desprotección de la vida hoy, en ese riesgo de la sobrevivencia que nos afecta a absolutamente todos los que vivimos de nuestro trabajo, y acaba interfiriendo y lesionando el espacio de la intimidad porque atraviesa y alcanza las relaciones afectivas, y finalmente hay una captura del espacio de la intimidad y de los sentimientos por el modo de explotación al que estamos sujetos.
Es una indefensión generalizada. Lo social deviene un marco de peligro. Ahí funciona el discurso de las vidas precarias que no son sólo de los que consideramos vulnerables (migrantes, pobres, etc.), sino de todos y cada unx, debido a que la lógica de la productividad se vuelve más y más asfixiante en todos los campos de la vida. Pensemos en las 85 personas que concentran la mitad de la riqueza mundial: no se trata ya sólo del pecado de la desigualdad por acumulación y concentración, sino que tienen poder de vida y de muerte sobre la humanidad porque su capital compra muerte, cambia leyes, suspende derechos.
No podemos pensar la realidad de nuestros pibes/as por fuera de las condiciones históricas en que se construye sus subjetividades, en este sentido nos parece que el análisis de Segato sobre la necesidad de analizar la cuestión de género más allá de las relaciones entre hombres y mujeres nos ilumina para pensar las vivencias de nuestros pibes/as más allá de la relación que establecen con el mundo adulto. La autora nos lleva a pensar cómo podría afectar la lógica del capitalismo actual a los diferentes sujetos sociales.
¿Podemos reflexionar sobre las distintas formas en que son utilizados los cuerpos de las niñas y de los niños en esta fase del capitalismo de rapiña en los territorios que habitamos?
¿Qué pasa con el avance en la normativa legal sobre los derechos de las mujeres que luego no se traduce en un cambio en la realidad. Esta misma consideración podemos hacer en relación a situación jurídica de la infancia versus la realidad de nuestros chicos y chicas?
“Creo que las mujeres nunca tuvimos más leyes, políticas públicas, discurso cívico e instituciones de apoyo que ahora. Sólo que esos derechos no pueden ser usufructuados porque el lecho en el que ellos están suscriptos presiona en sentido contrario.
En América latina, nuestros estados republicanos fueron creados por las élites criollas y por tanto son herederos de la modalidad de administración colonial de la cual descienden (…) el Estado en nuestras sociedades tiene su foco en la protección de los bienes y no ha dado muestras de ser capaz de proteger a las personas.”
Pedagogía de la presencia
Concepto desarrollado por el pedagogo brasilero Gomes Da Costa a partir de su práctica de trabajo socioeducativa en un “centro para adolescentes infractores/as”. La pedagogía de la presencia marca un contrapunto con la pedagogía de la crueldad ya que la reciprocidad adquiere un lugar predominante en esta propuesta, considerando la presencia como una necesidad básica.
“Es creciente, entre nosotros, el número de adolescentes que necesitan de una efectiva ayuda personal y social para la superación de los obstáculos que impiden su pleno desarrollo como personas y como ciudadanos. El primer paso, y el decisivo para vencer las dificultades personales, es la reconciliación del joven consigo mismo y con los otros: ésta es una condición necesaria para el cambio en su forma de estar en la sociedad. No se trata, por lo tanto, de resocializar (expresión vacía de significado pedagógico), sino de ofrecer al joven una posibilidad de socialización que le permita concretar un camino más digno y humano para la vida. Sólo así él podrá desarrollar las promesas (las posibilidades) traídas consigo al nacer.
Las omisiones y transgresiones que violentan la integridad del adolescente y desvían el curso de su evolución personal y social se expresan en las más diversas formas de conducta, divergentes o incluso antagónicas respecto a la moralidad y la legalidad de la sociedad que lo marginó. Esa conducta, más que como una amenaza que es necesario reprimir, segregar y extirpar a cualquier precio […], debe ser vista y sentida como un modo peculiar de reivindicar una respuesta más humana a los impasses y dificultades que inviabilizan y ahogan su existencia.
Cuando esos pedidos de auxilio se enfrentan con la indiferencia, la ignorancia y los juicios preconcebidos, el adolescente se encierra en un mundo propio, un mundo que se desarrolla bajo el signo de un luto interior que es el resultado de las pérdidas y los daños infligidos a su persona. A esta altura, pocos serán capaces de oír y de entender sus pedidos de auxilio; el mundo del adolescente se torna limitado y denso, y su experiencia es cada vez más difícil de ser penetrada, comprendida y aceptada. […]
Ninguna ley, ningún método o técnica, ningún recurso logístico, ningún dispositivo político-institucional puede reemplazar la frescura y la inmediatez de la presencia solidaria, abierta y constructiva del educador ante el educando.
Hacerse presente en la vida del educando es el dato fundamental de la acción educativa dirigida al adolescente en situación de dificultad personal y social. La presencia es el concepto central, el instrumento clave y el objetivo mayor de esta pedagogía. […]
La pedagogía de la presencia tiene como orientación básica rescatar lo que hay de positivo en la conducta de los jóvenes en dificultades, sin rotularlos ni clasificarlos en categorías basadas sólo en sus deficiencias.
En este contexto, la reciprocidad es entendida como una interacción en la que dos presencias se revelan mutuamente, aceptándose y comunicándose. La reciprocidad es posible:
– cuando aparece siempre una persona clave, que consiguió mantener con el joven en dificultades una relación personal capaz de restituirle un valor en el que él mismo ya no creía. Alguien comprendió al joven y recogió sus vivencias, sentimientos y aspiraciones, se filtró a partir de su propia experiencia y le comunicó claridad, solidaridad y fuerza para actuar. […]
– Cuando otro tipo de reciprocidad es operado por la misma persona en su relación consigo misma. Se trata de la adquisición del autodominio a través de sus potencialidades físicas, intelectuales y afectivas. El educando es constantemente llamado a superarse a sí mismo. Inicialmente esta experiencia es vivida sin una adhesión específica; después ella se vuelve una fuente de gratificación. Esta conquista implica amor a sí mismo. La consecuencia es una interioridad que surge de los esfuerzos orientados hacia lo que en él nace y lo transforma sin que se pierda su identidad.
-El tercer tipo de reciprocidad se relaciona en forma estrecha con los primeros. Es el momento en que el educando se siente llamado a fundir su dinamismo básico en actitudes socializadas, adaptadas a las convivencias de contextos humanos más amplios, pero que guardan correspondencia con su propio movimiento de auto-edificación. La simpatía es la resultante más elevada de este nivel de reciprocidad.
La simpatía de un grupo humano representa, para quien goza de ella, la señal de que el valor que le es propio fue reconocido. Es una forma de homenaje rendido a la persona […]”.
[1] Entrevista a Rita Segato por Verónica Gago publicada el 29 de mayo de 2015 en Suplemento las 12 – Diario Página|12